domingo, 28 de julio de 2013

BSO de "El Exorcista"






Haz la prueba. Dale al play, escucha atentamente esta música e intenta expresar qué sensación te produce. 
No hay duda: inquietud. Es una música inquietante.

La razón musical puede residir en que el motivo melódico es repetido muchas veces y dejas de esperar que conduzca hacia otra parte más que hacia sí mismo; mezcla tipos de compás distintos, y, de vez en cuando, el difícil ritmo se interrumpe con algunos acordes disonantes. Y no hay nada que cree más tensión que una disonancia a tiempo.
 
Cuentan que el director de "El Exorcista",  William Friedkin, le encargó la BSO (banda sonora) a Bernard Hermann y, luego, a Lalo Schifrin. Pero las propuestas musicales que le hicieron no le convencían.  

Estando un día en el estudio de grabación probando discos al tun tun puso "Tubular Bells" (1973), de Mike Oldfield, y tan solo oyendo las primeras notas dijo: "Esto es" (o algo así). Fue asaltado de forma inmediata por unas notas musicales, expresaban lo que él anhelaba oír.  Había encontrado la música para su película.

Fotograma de "EL Exorcista"



Portada del disco
Con Tubular Bells, de Mike Oldfield, publicado en 1973, se estrenó el famoso sello discográfico Virgin Records también en 1973, el mismo año en el que después se estrenaría "El Exorcista".  Tres estrenos de éxito en un mismo año.
La discográfica  Virgin fue quien se puso de acuerdo con la productora cinematográfica para ceder la música; Mike Oldfield se enteraría después y por lo visto no le hizo mucha gracia. 

El disco vendió dieciseis millones de copias.




Esta es la música que se identifica con la película, en la que, además, hay temas musicales y arreglos de otros compositores como: Penderecki, George Crumb, Nietzsche y Boeddeker.

domingo, 21 de julio de 2013

De Paul Auster

"[...] Entre todas las ocupaciones de su vida, tocar la batería es con la que más disfruta. Fue un niño revoltoso, un alborotador indisciplinado y desmedido, de agresividad torpe y dispersa, y cuando sus padres le regalaron una batería en su duodécimo aniversario, con la esperanza de que sus impulsos destructivos adquiriesen una forma distinta, su intuición resultó acertada. Diecisiete años después, su colección ha pasado de las piezas básicas (caja, tam-tam 1 y 2, tamboril, bombo, platillo, platillos charlestón) a incluir más de dos docenas de tambores de diversas formas y tamaños procedentes de todas partes del mundo, entre los que se cuentan ejemplares de murumba, batá, darbuka, okedo, kalangu, rommelpot, bodhrán, dhola, ingungu, koboro, ntenga y tabor. En función del instrumento, toca con baquetas, mazas o a mano limpia. Su armario de instrumentos está lleno de accesorios como campanas tubulares, gongs, rombos, castañuelas, cencerros, campanillas, tablas de lavar y kalimbas, pero también toca con cadenas, cucharas, guijarros, papel de lija y sonajeros. El grupo al que pertenece se llama "Mob Rule" (La ley de la calle), y hacen un promedio de dos o tres sesiones al mes, principalmete en pequeños bares y clubs de Brooklyn y el bajo Manhattan. Si ganaran más dinero, dejaría gustosamente todo lo demás y se pasaría el resto de la vida viajando por el mundo con ellos, pero apenas sacan lo suficiente con que cubrir los gastos del local de ensayo. Le encanta el sonido áspero, discordante e improvisado que crean -el funk paliza, como a veces lo llama-, y no les faltan seguidores leales. Pero no son suficientes ni de lejos, de modo que se pasa la mañana y la tarde en el Hospital de Objetos Rotos, enmarcando carteles de cine y reparando reliquias fabricadas durante la niñez de sus abuelos."

Sunset Park, de Paul Auster.




Murumba



Batá








Darbuka





Okedo





kalangu



Rommelpot



 Bodhrán



Koboro




Ntenga



Tabor



lunes, 8 de julio de 2013

Epitafio de Seikilos

En un momento dado tuvo que existir la necesidad de fijar los sonidos para dejar por escrito cómo debía cantarse o ejecutarse una canción, para evitar que se perdiese una melodía, para esquivar el olvido. Pero no sabemos cuándo ni cómo ocurrió.

La primera partitura que conocemos procede de la Antigua Grecia. Está datada en algún momento de los primeros 100 años de la historia de occidente y aparece en una columna funeraria. 

Es un sistema de signos alfabéticos colocados sobre la letra de la melodía para indicar o recordar al músico la altura y la duración de los sonidos; y la letra es un "epitafio", es decir, una inscripción que honra o recuerda a un difunto, en este caso a Euterpe, esposa de Sícilo, quien la mandó construir.

Esta columna fue encontrada en Turquía, en el s. XIX, pero durante la Catástrofe del Mar menor o Guerra greco - turca, de 1919 a 1922, se perdió. Más tarde se encontró en casa de una mujer que la utilizaba para colocar una maceta. Hoy se encuentra en el Museo nacional de Dinamarca.

La letra y la notación alfabética:

No están anotadas indicaciones de tempo ni matices, así que existen distintas interpretaciones. Aún así, una posibilidad de transcripción musical podría corresponder a:



La traducción de la letra sería algo así:

 "Mientras vivas, brilla,
no dejes que nada te entristezca,
la vida dura poco,
y el tiempo determina el final" 


¿Cómo podría sonar?
Esta es la versión de Gabriel Garrido:




Versión en mp3 sin el recitado inicial de la anterior, de Marcus Harvey (en Wikipedia, con una información muy completa)